miércoles, 6 de octubre de 2010

HISTORIAS DE SADHUS


Swami Muktananda (1908-1982) comenzó su vida de sadhu, (asceta que ha
renunciado a todo en busca de la realización espiritual), a una edad
excepcionalmente temprana. A pesar de obtener reconocimiento por sus logros
yóguicos desde muy joven, decía que su camino espiritual realmente no
empezó hasta que recibió shaktipat o “transmisión de energía" (una forma de
iniciación espiritual, mediante la cual la energía espiritual –kundalini– es
despertada por alguien que la tenga totalmente desarrollada en sí mismo del
mismo modo que una vela encendida enciende una de apagada) a través de su
propio guru, Bhagwan Nityananda (fallecido en 1961), lo que le permitió
alcanzar un gran logro espiritual.
En los años setenta Swami Muktananda realizó tres giras mundiales para traer
a miles de buscadores espirituales de occidente lo que él llamaba la “revolución
de la meditación” asi como la iniciación a través de shaktipat, poco conocida
hasta entonces. Publicó su autobiografía espiritual, "El juego de la Conciencia",
(Harper y Row), dirigió una serie de retiros y programas denominados
Intensivos (para ayudar al despertar espiritual de quienes acudían a ellos,
brindándoles una profunda y gran quietud meditativa -entre sus seguidores se
encontraba el psicólogo Richard Alpert, asistente de Timothy Leary, adalid del
LSD en la universidad de Harvard), Estableció en Estados Unidos la Fundación
SYDA para administrar el desarrollo de su labor en el mundo y la revista Time
Magazine en un artículo lo describió como “El Guru de Gurus" por el hecho de
que muchos de los considerados gurus, acudían a él a presentarles sus
respetos.
Antes de su muerte en 1982, Swami Muktananda escribió muchos libros, 16 de
ellos siguen estando disponibles, estableció en todo el mundo más de 600
centros de meditación y numerosos ashrams y nombró dos sucesores. Uno de
ellos es Swami Nityananda.




Swami Nityananda nació en Mumbai, India, en 1962 en el seno de una familia
muy vinculada a Baba Muktananda, el reconocido Maestro espiritual que trajo a
Occidente la desconocida y antigua tradición de la iniciación por Shaktipat.
(transmisión de energía), y quien le nombró su sucesor y le inició en varias
prácticas yóguicas que incluyen la meditación, el canto en sánscrito y el estudio
de filosofías como el Vedanta y el Shaivismo de Cachemira.
En 1980, a la edad de dieciocho años y de acuerdo a los deseos de su Guru,
fue iniciado como monje de la orden Saraswati y recibió el nombre de Swami
Nityananda, el nombre del Guru de Baba Muktananda. En 1981, Baba
Muktananda declaró a Nityananda como su sucesor y en 1982, siguiendo los
rituales descritos en la antiguos textos de los Vedas en una ceremonia
denominada Pattabishek, , transfirió a él y a Swami Chidvilasanand (hermana
de Nityananda) todo su poder y conocimiento.
Swami Nityananda fundó Shanti Mandir, en 1987 como un vehículo para
continuar con el trabajo de su Guru y posteriormente estableció tres ashrams
(centros para la práctica espiritual), uno en Estados Unidos y dos en India. En
ellos, además de un programa educativo donde se enseñan los textos
sagrados en sánscrito, se lleva a cabo un programa médico para ayudar a las
personas más pobres de la India Rural en “Campamentos para los Ojos”,
donde se restaura la vista a quienes sufren de cataratas, mediante un
procedimiento médico gratuito para implantar lentes intra-oculares provistas por
la Fundación Fred Hollows.
En 1995, a la edad de 32 años, en una ceremonia tradicional en Haridwar,
India, los Acharyas (maestros) y Santos de la tradición Dashnami establecida
por Adi Shankaracharya en el siglo VIII. DC., le dieron el título de
Mahamandaleshwar. Swami Nityananda es la persona más joven en la historia
que ha recibido este honorable título espiritual.


Algunas charlas de Swami Nityananda: 

Estar totalmente presente,equilibrado y consciente de sí mismo 

La única cosa por la cual hay que preocuparse en la vida es que la mente nunca pierda 
su enfoque en Dios, en la Verdad. Si la mente permanece centrada en eso, todo está allí. 
El reto de la vida, de la sadhana (práctica espiritual), es sencillo y claro simplemente, mantener la atención. 
¿Cómo podemos mantener la presencia de la gracia fuerte y continua? 
Permaneciendo alertas, en guardia frente al más leve desliz de la mente. 
Me doy cuenta de que muchas personas están tratando de capturar y retenerlo todo 
tomando fotos o grabando. Lamentablemente, uno de los puntos débiles de la 
tecnología es que nos hace dependientes. 
Cuando nuestros antepasados iban a la escuela no había tecnología. Tenían que 
memorizarlo todo. La mente tenía que estar aguda, presente, clara. Hoy estamos 
tan supeditados a los factores externos que ya no somos independientes. 
No me malinterpreten. Yo también soy un gran tecnófilo. Si no estuviera en este 
camino haciendo el trabajo de Baba, probablemente estaría promoviendo la 
tecnología. Pero Dios y el Gurú tenían otros planes. 
Lo que quiero dejar muy claro es la necesidad de darnos 
cuenta de que la divinidad, de donde surge todo lo creado, 
se encuentra dentro.Baba Muktananda solía compartir una historia de la época en que visitaba a su Gurú, 
Bhagavan Nityananda,y siempre llevaba un libro. A Baba le encantaba estudiar 
las obras espirituales. Un día visitó a su Gurú y llevaba una escritura consigo. Bhagavan vio el libro y dijo, 
Muktananda, el libro no hizo a la mente; la mente hizo al libro.” 
El mensaje es sencillo: No permitas que tu vida dependa completamente de las cosas externas. 
Date cuenta de que el conocimiento que buscas existe dentro y utiliza dicho entendimiento para conectarte 
con la verdad.Lo que suele ocurrir, sin embargo, es que nuestra mente se vuelve tan dependiente del exterior que ya no podemos confiar en lo que capta.La dependencia externa no quita el miedo; en realidad, lo 
alienta. A través del proceso de la meditación, somos capaces de despejar todo temor y duda, y volvernos 
fuertes y valientes.Siempre que queremos recordar algo, pensamos:“Permíteme escribirlo, permíteme tomar nota.” Esto significa que no tenemos confianza en que nuestra mente pueda recordar lo que se ha dicho. 
Así que, para fortalecer nuestra mente, meditamos.Sin embargo, para meditar, la mente también debe ser 
muy fuerte. Si es débil, nuestras meditaciones no serán buenas. La herramienta más importante en la meditación 
es la mente. Y si esa herramienta tan necesaria no es fuerte, ¿cómo podremos sentarnos y meditar? 
Me recuerda una historia de cuando estábamos con Baba en Miami, Florida, en 1980. Tenía yo unos diecisiete años y había estado estudiando la Bhagavad Gïta bajo la tutela de Amma, una antigua devota. 
Los que han estudiado la Bhagavad Gïta saben que consta de setecientos versos,Un día tuve que acompañar a una persona que quería hacerle una pregunta a Baba, y traducir para él. Cuando hubimos terminado, Baba le dijo a la persona que se podía retirar. Yo también comencé a irme, pero Baba me llamó de vuelta. 
En momentos como esos, la mente piensa: “¿Qué error habré cometido hoy, que le han ido a reportar a él?” 
Algunas personas pensaban que se convertirían en discípulos predilectos de Baba si le reportaban los 
asuntos directamente. Baba me dijo, “Memoriza la Bhagavad Gïta.” 
"Muy bien", le contesté, y entonces pensé: “¿Cómo hace uno para memorizar setecientos versos?” 
Luego agregó: “Cada noche, después de la cena, siéntate y canta toda la Bhagavad Gïta. Te tomará aproximadamente una hora y media.” 
“Muy bien,” dije.Así que empecé. Con Baba no podías esperar el momento propicio. Si te había dado instrucciones, 
actuabas de inmediato, ese mismo día.Antes de que Baba enseñara a todos a cantar la Guru Gïta, solíamos cantar con él la Bhagavad Gïta. Así que las palabras me resultaban familiares. 
Esa primera nocheme senté y canté la Gïta - .Me tomó cerca de dos horas y cuarentaminutos. 
Cuando vi a Baba al día siguiente,me preguntó:“¿Cantaste anoche?” “Sí, Baba,” le respondí. 
“¿Cuánto tiempo te tomó?” “Dos horas y cuarentaminutos.” 
“Cuando solía cantar la Bhagavad Gïta - ,” dijo, “tomaba sólo una hora y media.” “Muy bien,” dije. 
Así que a la noche siguiente traté de cantarmás rápido. Noche tras noche. Pero sin importar cuánto lo intentara, 
lomás rápido que podía cantar la Gïta - era en dos horas y veinte minutos. 
Baba no dijo nada durante algunos días. Entonces, un día preguntó: “¿Cuánto tiempo te toma?” 
“Dos horas y veinteminutos,” le contesté. “Muy bien,” dijo. “¿Sabes qué? Canta nueve capítulos una 
noche y los otros nueve capítulos la noche siguiente.” Lo hice, y así el tiempo se redujo a una hora ymedia. 
Esto continuó durante algunosmeses. Cada noche, después de la cename sentaba y cantaba. A veces 
pensaba, “¿Cómo sabré si he aprendido algo? Es fácil sentarse con un libro y cantar y en realidad no absorber el 
conocimiento.” Una noche, Baba estaba dando su charla en el satsang. A menudo citaba de la Gïta - . De repente, enmedio de lacharla,memiró y dijo: “Ese versículo del Bhagavad Gïta - .” Por unmomentome quedé en blanco. “¿Cuál de los setecientos versos?” Pero como había estado escuchando con atención,mimente saltó instintivamente al verso correspondiente en sánscrito y lo repetí en voz alta. Era uno de los versosmás difíciles de la Bhagavad Gïta - y me sorprendí demímismomientras salía demi boca. Baba estabamuy satisfecho. Sonrió. “Muy bien,” dijo, 
y continuó su charla. Más tarde pensé en esemomento yme di cuenta de que 
a esto se refiere el Gurú cuando habla de estar enfocados:cuando lamente está libre de todo lo demás, está ahí, 
totalmente presente en el momento.Cuando Baba daba una orden, nunca teníamos la oportunidad de preguntarle: “¿Qué quiere decir exactamente?” o “¿Quiso decir esto, o aquello?” Él quería que siempre estuviera uno allí, con él, 
en pensamiento y acción.Si en medio de cualquier cosa que estuviera haciendo,Baba se volvía de repente a ti y decía: “Ve y busca a aquél,” de entre las mil personas del áshram tenías que saber, sin preguntarle, a qué ‘aquél’ se refería.Por supuesto, cuando la mente está llena de basura, no somos capaces de estar presentes, no podemos estar allí en ese momento, conectados a la verdad interior.A través de estas diversas formas, Baba nos enseñó 
enfoque, meditación, concentración. Cuando estabas con él, realmente tenías que estar allí, tenías que estar 
presente. La mente tenía que estar consciente de lo que estaba ocurriendo en ese espacio. 

Si queres mas bajate los siguiente magazine trimestrales: 





Julio 2010:


SARVE BHAVANTU SUKHINAH 

Que todos los Seres estén Contentos

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